red rising #2
La de hoy
es una reseña complicada de escribir por varios motivos: es la
primera después de las vacaciones; Amanecer rojo me
pareció demasiado genial; Hijo dorado ha sido una muy
buena segunda parte; y ese final me dejo bastante con la boca
abierta.
No quiero
decir mucho de la trama, además tampoco quiero adelantar nada del
primer libro. Simplemente diré que Darrow termina el primer
libro y ahora puede hacer lo que quiera. En Hijo dorado
encontramos un chico un par de años más mayor, con más
experiencia, más maduro en muchos aspectos y muchísimo mejor
situado que el niño que conocimos en las primeras páginas del
primer tomo. En este aspecto podemos decir que
Darrow
sufre una gran evolución respecto a Amanecer
rojo e incluso dentro de la misma novela. De todas
formas, no es el único personaje que evoluciona a lo largo de toda
la historia. Hay muchos personajes que son fieles a su personalidad
pero, son muchos también los que cambian al mismo tiempo que varia
la acción.
En
este segundo tomo todo se magnifica, todo es más grande, más
épico si cabe. La acción ya
no ocurre en un solo lugar sino que se extiende por el espacio y
varios planetas. El ritmo sigue a la acción sin descanso, los
personajes prácticamente no tienen tiempo ni para dormir. La lucha
es más grande, ahora se enfrentan a una guerra, una guerra para
obtener el poder absoluto. Las luchas son mucho
más brutales, muchísimo más crueles. La sangre brota de
todos los cuerpos, vivos o muertos.
Darrow
sigue luchando por sus ideales, o por los de Eo. Lucha por un
futuro. Cada vez son más los que se suman a su causa. Cada vez más
conocen su verdadera identidad. Encuentra
nuevos aliados, reafirma viejas alianzas y es traicionado en más de
una ocasión por aquellos que creía sus amigos. La confianza
y la traición son dos temas recurrentes en todos los capítulos.
Y
ese
final, esa dos últimas páginas no
están escritas para corazones débiles. Si te descuidas un
segundo te lo arrancan, te lo trocean en mil pedazos para luego
tirarlo por un precipicio al mar donde se lo come un tiburón
hambriento.
La verdad
es que Amanecer rojo me tuvo enganchada a sus páginas
de una manera que su segunda parte no ha conseguido. De todas formas,
Hijo dorado
la supera en muchos aspectos. Todas las bases que construye
Pierce Brown en Amanecer rojo salen a flote en
el segundo tomo, sin esa pequeña semilla no podíamos llegar a cima
donde nos encontramos ahora. De esta cima que caemos en picados para
luego remontar en su tercera parte. Espero y
deseo.
NOTA: 4,5/5
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